Dos Extremos Equivocados. Muchos cristianos van hacia un extremo u otro en el Día de Muertos. Algunos rechazan por completo todo relacionado con Muertos, básicamente concluyendo (de forma errónea) que su trasfondo azteca lo hace anti-cristiano. Otros celebran todo sin preocuparse de las contradicciones que tiene con las enseñanzas de la Biblia. Sin embargo, una perspectiva bíblica del Día de Muertos toma en cuenta tanto lo bueno como lo malo y busca rescatar lo que se pueda:
La Perspectiva Bíblica: “Creación – Caída – Redención”
Creación: Todo lo que hacemos como seres humanos trae consigo algo de la “imagen y semejanza de Dios” (Gen 1:26)
¿Qué es bueno del Día de Muertos?
Caída: Todo lo que hacemos como seres humanos viene contaminado con algo de pecado (Gen 3)
¿Qué es malo del Día de Muertos?
Redención: Cristo puede redimirnos a nosotros y a nuestras culturas (Col 1:20, Rom 12:2)
¿Cómo quiere Cristo redimir el Día de Muertos? (redimir = rescatar o transformar para los propósitos de Dios)
¿De qué forma se puede participar en el Día de los Muertos?
Recordar a los muertos. En toda la Biblia Dios nos anima por las experiencias de gente que ya no vive. De hecho, hay todo un capítulo dedicado a recordar la fe viva de gente ya muerta (Heb 11). Aprovechamos bien del Día de Muertos cuando recordamos seres queridos que han muerto y damos gracias a Dios por sus vidas. Nos desviamos, según la Biblia, cuando en el Día de Muertos buscamos invitar a que los muertos regresen (Dt 18:9-13). La clara enseñanza de la Biblia es: recordar a los muertos, no convivir con los muertos. Es importante también reconocer que hacer duelo es sano. Jesús mismo lloró la muerte de un amigo (Jn 11:35).
Recordar que Cristo venció a la muerte. Una gran parte de la celebración alrededor de Día de Muertos también se burla de la muerte. En algún sentido, el único que puede burlarse de la muerte es quien confía en Cristo. No tenemos que temer a la muerte y hasta podemos reírnos de ella porque Cristo venció a la muerte. Como dice el apóstol Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1Cor 15:55). ¡Por la resurrección de Cristo, la muerte ya no tiene poder!
¿Debo comer pan de muerto y comida de los altares?
El Nuevo Testamento habla de la comida sacrificada a ídolos (1Cor 8:1-13, 1Cor 10:14-33, Rom 14:1-15:7). Estas enseñanzas nos pueden ayudar a formar una perspectiva cristiana en cuanto al tema del pan de muerto y las comidas de los altares. A la vez, hay que reconocer que son circunstancias distintas: la comida ofrecida a los muertos no ha sido sacrificada a ningún otro dios. Sin embargo, allí encontramos algunos principios bastante claros. Primero, como cristianos tenemos libertad para comer de todo (1Cor 10:25-26). Dice Pablo: “estoy plenamente convencido que no hay nada impuro en sí mismo” (Rom 14:14). En otras palabras, ¡disfruta de tu pan de muerto! Como dice Jesús: “Lo que contamina una persona no es lo que entra en la boca sino lo que sale de ella” (Mt 15:11). A la vez hay seguidores fieles de Cristo que se sienten incómodos con comer ciertas comidas. No debemos obligarlos ni presionarlos a comer nada. Más que nada, debemos respetar las convicciones de cada cristiano en cuanto a la comida. Pablo escribe: “el que tiene dudas en cuanto a lo que come, se condena; porque no lo hace por convicción” (Rom 14:23). A veces respetar las convicciones de otros va a implicar que nosotros cedamos la libertad que tenemos para no dañar la vida espiritual de otro. Cabe señalar que si alguien proclama abiertamente que alguna comida ha sido dedicada a otro dios, Dios pide que así no participemos por el bien de la otra persona, para que sepan que seguir a Cristo es algo distinto (1Cor 10:28). Dice Pablo: “ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1Cor 10:31).
¿Es malo tener una ofrenda?
Muchas veces guardamos recuerdos y fotos de seres queridos ya muertos, y poner un “memorial” así para estas fechas no tiene nada de malo. A la vez la gente debe ver algo diferente en un “memorial cristiano.” El mensaje cristiano no es muerte, sino esperanza. Jesús dice: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera.” (Jn 11:25) No debemos nada más buscar seguirle la corriente a la cultura, sino buscar proclamar la esperanza en Cristo.